No soy de madrugar mucho pero si se trata de ir en bici ya me motivo para hacerlo.
Las imágenes que uno
ve cuando amanece en La Cumbre no tienen precio pero además el hecho de
terminar la ruta a mediodía y no hacer la última subida en plena hora de
máximo calor ya lo vale.
Llovía en todo el norte así que
subí a la cumbre observando el tiempo y la evolución de las nubes. Uno
que es perro viejo en esto ya podía intuir que durante la mañana se
irían disipando las nubes y por lo tanto la lluvia, así que no importaba
hacer los primeros kilómetros con un poco de leve chispeo pues al pasar a
la vertiente sur se suponía que la cosa iba a mejorar ostensiblemente.
Subí desde Lagunetas a Cruz de
Tejeda por la carretera. Es un puerto que me apetecía subir a desde hace
un tiempo y aunque llovía un poco no me molestó para nada, al
contrario le daba un toque épico al asunto.
Ya en Cruz de Tejeda ni siquiera pare, me tiré directamente por el camino que va hacia Tejeda. Con la tierra ligeramente humeda ni me molesté en bajar sillín ni presiones de las ruedas. Me aventuré con la bici tal cual estaba. El camino empieza con unos zig zags muy guapos aunque luego tiene alguna zona con más piedras que cuando están mojadas no ayudan mucho. Llega un momento en que empiezan a aparecer casas y te vas metiendo por caminos escalonados entre ellas, una cosa que me encanta con ese toque rural.
Ya en Cruz de Tejeda ni siquiera pare, me tiré directamente por el camino que va hacia Tejeda. Con la tierra ligeramente humeda ni me molesté en bajar sillín ni presiones de las ruedas. Me aventuré con la bici tal cual estaba. El camino empieza con unos zig zags muy guapos aunque luego tiene alguna zona con más piedras que cuando están mojadas no ayudan mucho. Llega un momento en que empiezan a aparecer casas y te vas metiendo por caminos escalonados entre ellas, una cosa que me encanta con ese toque rural.
Decidí seguir por el camino que va a por los
barrios de Tejeda subiendo y bajando con algunas fases de bici al
hombro. A veces me sorprendo de lo que soy capaz de bajar con esta bici
equipada con los neumáticos tan rodadores.
En Tejeda paré a desayunar ya
que con la tontería ya tenía bastante hambre y el cuerpo estaba pidiendo
comida. Un rato viendo el arco iris que cubría toda la cuenca del
barranco de Tejeda y la cascada de nubes que caía desde los riscos de
moriscos. Pienso que es uno de los mejores momentos de la ruta. Algo me
dice que debería desayunar más a menudo en este precioso pueblo o también sería
viable la opción de dormir allí en algún hostal o albergue.
Retomé la carretera hasta La Degollada del Aserrador para ahí tomar el camino que lleva hasta La Candelilla. Un camino bastante tecnico con piedras muy sueltas y curvas muy reviradas. Fue en el que más tuve que caminar pero disfrutando del recorrido que ya había hecho y del que me quedaba por hacer.
La última subida del día sería el puerto de Ayacata, una subida de bastante entidad pero al menos había madrugado bastante y la pude hacer con la fresca. Al llegar a Las Mesas rellené los dos bidones de agua porque ya los tenía vacíos y me dispuse a tomar el camino que va hacia el Barranco de la mina y luego la bajada final hasta Lagunetas. Que es la misma bajada que hicimos el domingo pasado con las bicis de enduro y me di cuenta de que estaba deseando hacerla con la rígida pues tiene muchísimo flow y salvo dos escalones se hace todas súper bien.
Ha sido una ruta de esas en las que te da que pensar sobre el Mountain Bike de toda la vida y la moda del enduro. Es un recorrido que si me llego a hacer con la bici de enduro las rodilleras y las coderas podía haber dicho perfectamente que era endurero pero ¿si lo hago con la bici rígida y sin más protecciones que un casco entonces ya no lo es?
Me la parto con las modas.
A continuación les dejo con algunas de las fotos que hice el sábado en Ayagaures y el resto de hoy.
1 comentario:
Impresionantes paisajes para la practica del MTB. Siento una envidia sana.
Publicar un comentario