Digo que el Macizo de Tauro siempre esconde algo porque allí aún nos quedan camino por andar, porque hay formas de enlazar sendas para sacar rutas distintas y porque aunque sólo sea a veces, me encuentro con nuevas sensaciones transitando por aquel lugar.
La musicalidad xilofónica de sus lajas dan placer a nuestros oídos al tiempo que torturan desgastando y cortando nuestras reforzadas gomas. Las pocas y preciadas sombras, la ausencia de lugar donde avituallar hacen que haya que ir preparado ya que se entre por donde se entre, la aproximación siempre castiga nuestras fuerzas y en ocasiones también nuestra moral.
Venga, que lo que quieren son las fotos de mi ya inseparable
Canon G16...lo sé...