Aprovechando que unos amigos se iban de acampada para patear llamé a Cele para contarle mi idea y tras pasarle un email con el proyecto solo faltaba ir a comprar unas deliciosas costillas para la cena y las siempre agradecidas magdalenas para el desayuno y la ruta.
Empezamos con ilusión pero también con la incertidumbre de no saber qué nos íbamos a encontrar, pero todas nuestras dudas se fueron disipando según nos adentrábamos en territorio desconocido. No faltó la bici al hombro ni el tener que rectificar nuestro rumbo. Charcos y riachuelos nos acompañaron durante un buen rato para dar paso a saltamontes y gaviotas. El Morro Pajonales siempre presente nos sirve de referencia.
Las fotos que no están firmadas son de Cele.
(ver la 2ª parte aquí)

Por la noche estuvimos largo rato haciendo fotos.


















No hay comentarios:
Publicar un comentario